domingo, 21 de abril de 2013

Emporio Rojo

..de elcorreo.com..
El homenaje cromosómico que la Caja Vital se autobrindó en forma de nueva y flamante sede corporativa avanza lento pero seguro en lo que parece su proceso de desmantelamiento, cinco años, seis meses y veintiún días después de su rimbombante inauguración. Era el 26 de septiembre de 2007 cuando Gregorio Rojo, entonces presidente de la primera entidad crediticia de la provincia e impulsor del titánico proyecto, así como del fracaso multimillonario de Krea, recibía en la entrada del coloso molecular a los Príncipes de Asturias y a un elenco de autoridades y empresarios.
Inauguraba su particular Palacio de la Zarzuela, 10.000 metros cuadrados de acero y cristal. Un edificio 'inteligente' de tres plantas más sótano que encargó al conocido tándem profesional Mozas-Aguirre; que pidió se le dotara de un auditorio con aforo para doscientas personas, veinticinco salas de reuniones y catorce despachos; y que realzó en su interior con obras de arte de Javier Pérez y Miguel González de San Román. Un sueño cumplido valorado en más de 31 millones de euros, mantenimiento anual aparte. Más o menos lo que le costará a Vitoria dotarse de una estación de autobuses que no produzca sonrojo.
Cinco años, seis meses y veintiún días después de aquel glorioso día, la prejubilación de algunos empleados y el traslado de otros vacía en silencio el buque insignia de la Vital, ahora en manos de Kutxabank. El propio capitán de la nave, Fernando Aránguiz, y el 'número dos' de la entidad, José Ignacio Besga, acaban de abandonar la nave en dirección a un puerto más céntrico. Así “ahorramos costes”, han justificado.
El sucesor de Rojo (y de Zapatero), hasta hace nada uno de los aparentes hombres fuertes del Gabinete Maroto, no ha concretado a qué gastos se refiere. Si a la gasolina del trayecto diario en coche hasta los confines de Salburua, allá por Zurbano, algo que el ex teniente de alcalde de la Green Capital podría solucionar reemplazando el combustible por el pedaleo; o a la minuta de luz y calefacción de las opulentas dependencias presidenciales de la cada vez más inhóspita sede corporativa.
Tal vez, y sólo tal vez, el machacante trinar de los inquilinos del humedal o la inquietante proximidad del omnipotente Querejeta y su emporio deportivo hayan hecho del despacho de Aránguiz un lugar demasiado desapacible para un hombre bien conocido por su temperamento socializador y urbanita. Aunque uno pierda en espacio y modernidad, ya se sabe que el Ensanche siempre resulta más animado. Entretanto, la Vital se desvitaliza. Menuda herencia la del cromosoma. Pero, oye, que nos quiten lo bailao.