miércoles, 17 de octubre de 2012

Self service


Llega el 'cóbrese usted mismo' a los súper de Vitoria

Un cadena de supermercados extiende por Vitoria la fórmula de colocar cajas sin personal para que cada cliente pase los productos y pague por sí mismo

Después de los cajeros automáticos, de las gasolineras donde tiene que ponerse el combustible uno mismo y de los telepeajes que hacen innecesaria la intervención humana... llegan las cajas automáticas en los súper. No es que sea un invento muy nuevo (cadenas como Fnac, Ikea o Mercadona las utilizan desde hace tiempo), pero apenas se había dejado ver por la capital alavesa. En Vitoria, una cadena nacional de supermercados ha extendido en los últimos meses a la práctica totalidad de sus locales este tipo de terminales de autocobro, para que los clientes puedan cobrarse por sí mismos la cesta de la compra sin intervención de personal, tal y como nos indican varios lectores de diferentes zonas de la ciudad. ¿Un avance tecnológico o un retroceso en materia de empleo?
La instalación más reciente ha sido en los supermercados de la cadena Simply en la Avenida de Gasteiz, donde se han colocado cuatro máquinas de autocobro, que de momento son utilizadas por los clientes bajo la supervisión, si ello es necesario, de un empleado que indica a los usuarios cómo deben operar en los terminales. No es difícil si uno tiene paciencia y va leyendo las indicaciones de la pantalla, pero es sabido que todo requiere un periodo de adaptación.
Las máquinas están dotadas de un lector de código de barras que permite a uno mismo hacer el trabajo que tradicionalmente han llevado a cabo las cajeras y cajeros de los establecimientos. La compra va sumando y, finalmente, permite elegir la opción de pago. Admite tanto tarjetas como dinero en efectivo. El sistema también informa al usuario del momento en que debe introducir los cupones de descuento, si los tuviera.
¿Y qué les parece a los vitorianos este avance? “Pues hombre, te evitas las colas. Y si llevas pocos artículos lo haces enseguida”, señala un hombre de mediana edad que se lleva sólo una botella de agua. “Pero no sé a dónde vamos a llegar colocando máquinas que quitan puestos de trabajo. Tal y como están las cosas, eso también da un poco de miedo”, reflexiona.
A Marga, una mujer en la cincuentena, la máquina le parece “muy difícil para alguien de mi edad. Prefiero que me cobre la cajera”, señala. Juan Antonio, otro cliente de la misma edad, piensa también en los puestos de trabajo. “Deberíamos rebelarnos contra estos cambios. Ya está bien de que tengamos que hacerlo todo nosotros. ¿Acaso van a bajar el precio de los artículos si les ahorramos el sueldo de una cajera?”, se pregunta.