lunes, 3 de diciembre de 2012

Campas de Kabazarra

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Los hijos del bosque ciudadano

Más de mil vitorianos se enfrentaron al frío y al barro para acudir en familia a plantar árboles que echarán raíces en el Anillo Verde

«Cuando pasen 30 años mi árbol tendrá 37», explica Erik García, de 7 años, al que mira su preciosa hermana Kiara, de 3 añitos, con su bonito plantón de majuelo en la mano. El padre, Gorka, ha elegido un roble y la madre, Marta, un fresno. No van solos a la campa. Sus amigos Mariola y Víctor, con sus niñas Ane y Laia; y Clemen (colombiana) y Georges (rumano) con sus hijos Nicolás e Irene, conforman uno de los grupos numerosos de familias completas que ayer convirtieron su paseo matinal en un acto de afirmación de defensa de la naturaleza y de lucha contra el cambio climático en las campas de Kabazarra, cerca de Salburua. «Es nuestro grano de arena a crear un bosque en un año tan importante como el del premio de la capitalidad verde europea. Los niños vienen felices, hacen algo que no es habitual y nosotros, encantados», cuentan Marta y Gorka. «Hemos buscado un sauce llorón, porque le gusta a Erik, pero no tocaba», añaden.
«Hasta que caves un agujero, plantes un árbol, lo riegues y lo hagas sobrevivir, no has hecho nada. Solo estás hablando». Valga la cita de la activista keniata y Premio Nobel de la Paz, Wangari Maathai, para subrayar el simbolismo que esconde la sencilla acción de sembrar un pequeño plantón.

2.000 árboles
Si seguimos la doctrina de otro gran naturalista, Joaquín Araujo, que asegura que somos hijos del bosque, la acción de ayer adquiere una importancia enorme, porque los pequeños vitorianos devuelven a la naturaleza una parte de lo que le quitaron sus antepasados talando el paisaje natural de la Llanada. Son 2.000 árboles, robles, fresnos y arces y sus correspondientes arbustos como majuelos y espinos, que forman parte de la gran plantación denominada 'Las raíces del mañana', que ya ha colocado unos 18.500 árboles para ayudar al cierre del Anillo Verde. Han colaborado en esta ocasión además del Ayuntamiento de Vitoria, la Diputación de Álava y EL CORREO. Asistieron, entre otros, el alcalde Javier Maroto, los concejales Idoia Garmendia y Alfredo Iturricha y la diputada de Medio Ambiente, Marta Ruiz.
«Este bosque sirve para la conectividad entre los distintos parques del Anillo Verde. Pero también para demostrar, en lo que ha sido un éxito de convocatoria, el compromiso y el arraigo en la ciudadanía de los valores de la sostenibilidad. El año de la capitalidad pasará, pero estos árboles se quedan», señaló Maroto.
Todos los que explicaban las razones por las que habían ido al bosque ciudadano coincidían. «Es bueno fomentar la participación. Los ciudadanos queremos estar», decían Óscar Huerga y Beatriz que iban con Jorge de 3 años y Aitor de uno. También Abubaker, de 10 años, y sus hermanos Umar, de 9, e Inshal de 8, se animaron a sembrar y sacaron de casa a su padre Iftikhar, pakistaní, con más de 15 años en Vitoria. «Les he tenido que parar los pies porque sino los plantan todos», explicó Iftikhar.
«¿Hay algo más verde que plantar un árbol?» se preguntaba Ignacio Pérez de Zabalza. A su lado, Camino Negral, su mujer, y sus hijos Maialen y Sasha. La pequeña Ayla, de 5 años, que iba con ellos prometía volver pronto a ver a su amigo el roble.